“Alarmante” aumento de casos de cáncer en pacientes menores de 45 años
Los más frecuentes son colon, mama y páncreas. El incremento se debe a la disminución de actividad física, a dietas basadas en ultraprocesados y a hábitos tóxicos
- Los tumores más comunes en jóvenes
- Factores de riesgo
- Más concienciación y avances
- La figura del psicooncólogo
- Cuando la enfermedad también afecta al entorno
- El duelo anticipado: pérdidas permanentes y temporales
Según las cifras de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la incidencia crece a un ritmo del 3% anual en este grupo de edad.
Los tumores más comunes en jóvenes
Los oncólogos coinciden en que el cáncer de colon es el más frecuente en adultos jóvenes, tanto en hombres como en mujeres. Entre ellas, también está repuntando de forma significativa el cáncer de mama, mientras que el de páncreas se perfila como otro de los diagnósticos más inquietantes en este grupo.
Se suman, aunque en menor medida, el carcinoma renal y el cáncer papilar de tiroides.
“Estamos viendo un aumento claro de la incidencia en pacientes de menos de 45 años. En colon afecta a ambos sexos, mientras que el cáncer de mama mantiene su peso en mujeres jóvenes y el de páncreas es una amenaza creciente”, explica Carlos Cabrera Gálvez, oncólogo médico y fundador del UOMi Cancer Center en la Clínica Mi Tres Torres de Barcelona, perteneciente a Top Doctors Group.
Factores de riesgo
¿Qué está detrás de este fenómeno? Los expertos señalan una combinación de factores de estilo de vida y ambientales.
“La disminución de la actividad física, el aumento de la obesidad, las dietas basadas en ultraprocesados y azúcares, junto a los hábitos tóxicos y la exposición a factores ambientales dañinos, son elementos clave que explican la tendencia”, detalla Cabrera.
A ello se suman posibles alteraciones en la flora intestinal, un campo de investigación en pleno desarrollo.
Los datos globales confirman que el cáncer sigue siendo una enfermedad de gran impacto. Según la SEOM, uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres lo padecerán a lo largo de su vida.
Solo entre 2021 y 2024, las citas de oncología aumentaron un 29%, de acuerdo con datos de la plataforma Top Doctors Group.
Más concienciación y avances
Pese al repunte en jóvenes, los especialistas subrayan que nunca se había investigado tanto sobre el cáncer. Estados Unidos y la Unión Europea lideran los ensayos clínicos y la innovación en tratamientos.
Las nuevas terapias —sean orales, endovenosas o subcutáneas— permiten un control más eficaz que la quimioterapia convencional.
“Los adultos jóvenes tienen una biología diferente a la de pacientes de más edad, lo que obliga a adaptar los tratamientos sistémicos al perfil molecular y hormonal de cada tumor”, explica Rafael Ordóñez Marmolejo, oncólogo del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria, de Málaga.
Esa singularidad implica también vigilar las secuelas tardías: desde problemas cardiovasculares hasta efectos neurológicos o tumores secundarios.
El Dr. Cabrera añade que el futuro pasa por diagnósticos más tempranos gracias a test sanguíneos poco invasivos y al uso de la inteligencia artificial en la detección de alteraciones radiológicas. “Será posible identificar un cáncer antes de que desarrolle metástasis”, apunta.
La figura del psicooncólogo
Más allá de lo físico, el cáncer impacta de lleno en la esfera emocional. El diagnóstico en edades tempranas suele ser especialmente devastador.
“En jóvenes, la enfermedad irrumpe en un momento vital de construcción: proyectos profesionales, maternidad o paternidad, estudios, relaciones… El cáncer interrumpe ese desarrollo y genera un duelo por la vida que debería haber sido”, explica la psicooncóloga Olga Albaladejo.
El acompañamiento psicológico se convierte entonces en un pilar imprescindible. “Es importante pedir información clara, dosificada y acompañada, sin forzarse a ser fuerte, y decidir con quién compartir el momento, priorizando el cuidado emocional”, añade.
Cuando la enfermedad también afecta al entorno
El círculo cercano tampoco queda al margen. Familiares y amigos se ven atrapados entre la necesidad de apoyar y la dificultad de gestionar su propio dolor.
“La enfermedad puede generar sensación de carga, de inutilidad o incluso vergüenza por necesitar ayuda”, explica Albaladejo. La clave, afirma, está en la escucha activa, sin juzgar ni minimizar. Preguntar “¿cómo te puedo ayudar hoy?” es más útil que suponer lo que el otro necesita.
El cuidado del cuidador es igualmente esencial. “Para acompañar bien, uno también debe cuidarse”, recuerda la especialista.
El duelo anticipado: pérdidas permanentes y temporales
El proceso oncológico conlleva múltiples pérdidas, a menudo anticipadas. Algunas son temporales, como la baja laboral o la caída del pelo, pero otras son permanentes: la infertilidad, los cambios físicos irreversibles o, en los casos más graves, el fallecimiento.
“Validar el dolor de lo perdido, acompañar la reconstrucción de la identidad y ofrecer herramientas para resignificar la experiencia sin imponer una visión positiva, son claves del acompañamiento”, resume Albaladejo.
El duelo, en este contexto, comienza antes del fallecimiento y requiere un abordaje individualizado y profundamente humano.