Secuelas psicológicas de los bomberos por los incendios: insomnio, hipervigilancia y ansiedad

También sufren el denominado ‘síndrome del superviviente’, un sentimiento de culpa por haber sobrevivido cuando un compañero no lo ha hecho

Un bombero de la Comunidad de Madrid sujeta una manguera para extinguir un incendio, a 19 de agosto de 2025, en Colmenar Viejo. (Foto: Jesús Hellín / Europa Press)
Un bombero de la Comunidad de Madrid sujeta una manguera para extinguir un incendio, a 19 de agosto de 2025, en Colmenar Viejo. (Foto: Jesús Hellín / Europa Press)
Los bomberos no solo combaten las llamas con agua y resistencia física. También libran una batalla silenciosa contra las secuelas que deja la exposición continuada al peligro. Tras jornadas extenuantes, muchos arrastran insomnio, hipervigilancia y episodios de ansiedad que, si no se tratan a tiempo, pueden derivar en trastornos más graves. Estudios internacionales estiman que entre el 8% y el 9% de estos profesionales desarrolla síntomas compatibles con trastorno de estrés postraumático (TEPT).
  1. El coste invisible de la emergencia
  2. El peso del duelo
  3. Una cultura marcada por la valentía
  4. Estrés agudo frente a postraumático
  5. Programas insuficientes
  6. La importancia de la prevención

El coste invisible de la emergencia

La psicóloga sanitaria experta en emergencias Cristina Polo Sevilla, directora de Operaciones de la entidad yees!, explica a Confidencial Digital que “tras una situación tan compleja como la que estamos viviendo, las reacciones que aparecen pueden encuadrarse dentro de lo que llamamos estrés agudo, que se caracteriza por fatiga extrema, cansancio cognitivo y dificultad en la capacidad de concentración o toma de decisiones, entre otros”.

A esto se suman sintomas físicos, como el insomnio o la tensión muscular, y emocionales, como la ansiedad o la hipervigilancia. Son reacciones normales, advierte, pero si se prolongan en el tiempo pueden derivar en cuadros más graves.

El peso del duelo

La pérdida de un compañero en acto de servicio multiplica el impacto emocional. En estas circunstancias aparece con frecuencia el llamado “síndrome del superviviente”, un sentimiento de culpa por seguir con vida cuando otro no lo ha hecho.

Polo detalla que “cuando aparece, es frecuente que venga acompañado de pensamientos recurrentes como ‘debería haber sido yo’ o ‘podría haber hecho más’, además de revivir mentalmente la situación”. Este sufrimiento tiene un impacto directo en la vida del profesional, que puede llegar a aislarse, sufrir insomnio o mostrar irritabilidad.

“Es especialmente importante la elaboración del duelo y llevar a cabo rituales de despedida, como homenajes, para reforzar, además, la cohesión del grupo”, añade. De lo contrario, ese sentimiento puede cronificarse y convertirse en un factor de riesgo.

Una cultura marcada por la valentía

A pesar de la dureza de las experiencias, muchos bomberos evitan pedir ayuda psicológica.

Polo lo vincula a una cuestión identitaria: “Forma parte de la cultura del colectivo: la valentía y el aguantar estas situaciones son valores identitarios. También podría ser por la posible presencia de estigma y miedo a ser percibidos como débiles o menos aptos, por lo que es más normal que se apoyen de manera interna, que solicitando ayuda externa”.

La psicóloga insiste en que “pedir ayuda en el caso de ser necesario, en ningún caso es debilidad, es un acto de autocuidado y profesionalidad”. Sin embargo, pese al riesgo al que están expuestos, los bomberos siguen siendo un colectivo con baja demanda de apoyo psicológico.

Estrés agudo frente a postraumático

Pasado un mes desde un suceso crítico, el estrés agudo puede transformarse en estrés postraumático. Polo explica que entonces se pasa de reacciones inmediatas a síntomas persistentes como flashbacks, pesadillas, rechazo a hablar de lo sucedido o evitar lugares que lo recuerden.

También pueden aparecer irritabilidad, desapego, insomnio permanente o un estado de alerta constante. A ello se suman conductas de riesgo, como consumo de tóxicos o aislamiento, que afectan a la vida familiar y laboral.

“Ante la aparición de estos síntomas, es fundamental que pidan ayuda a profesionales que les puedan ayudar”, subraya. La prevalencia de TEPT en bomberos, recuerda, es entre cuatro y cinco veces superior a la población general.

Programas insuficientes

En España existen programas de acompañamiento psicológico, ya sea a través de recursos internos en los propios cuerpos de bomberos o mediante convenios con entidades externas.

Sin embargo, Polo advierte que “en general, no hay un modelo unificado a nivel nacional. Las intervenciones con este colectivo se suelen centrar más en lo inmediato, y no tanto con continuidad en el tiempo”.

Para ella, es esencial tanto la actuación reactiva, una vez ha ocurrido un incidente, como la preventiva, a través de la psicoeducación y la formación emocional. De esta manera, los propios bomberos podrían detectar señales de alerta en sí mismos y en los demás.

La importancia de la prevención

La prevención, insiste la experta, es clave. “La formación previa en gestión emocional, autocuidado y resiliencia es muy importante. Podría ayudar a normalizar reacciones que ya de por sí son normales ante este tipo de vivencias. Facilitar un acceso rápido a apoyo psicológico también ayudaría a reducir el estigma”, afirma.

También considera positivo impulsar campañas de sensibilización sobre autocuidado en salud mental como parte de la preparación profesional. La cohesión del grupo y el apoyo social, recuerda, son un gran factor protector frente a experiencias traumáticas.

“La prevención reduce el sufrimiento y también la probabilidad de que el TEPT llegue a cronificarse”. Concluye: “La salud mental es tan esencial para un bombero como el casco o el uniforme”.

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