La anorexia y la bulimia afectan ya a niños de 12 años por la presión de las redes sociales
La exposición constante a modelos corporales inalcanzables y las comparaciones diarias agravan los trastornos alimentarios en adolescentes
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) se están adelantando a edades cada vez más tempranas. La edad media de inicio de la anorexia y la bulimia se sitúa ya en los 12 años, según un informe publicado en agosto en la revista Anales de Pediatría.
Los especialistas apuntan directamente a la presión estética amplificada por las redes sociales como uno de los factores de riesgo más influyentes.
Una epidemia en expansión tras la pandemia
El trabajo constata un incremento alarmante de los casos en Europa desde la pandemia de la covid, no solo en número, sino también en gravedad clínica y precocidad.
Los trastornos aparecen en una horquilla que va desde los 6 a los 18 años, con un patrón cada vez más diverso: afectan a chicas adolescentes, pero también a niños y varones jóvenes, donde a menudo se disfrazan bajo la búsqueda de un estilo de vida sano, el deporte o la obsesión por ganar músculo.
Un equipo de referencia en España
El informe ha sido elaborado por un equipo multidisciplinar de pediatras y psiquiatras infantiles de hospitales de referencia.
Lo firman Raquel Jiménez García y Andrea Muñoz Domenjó, del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid; Covadonga Canga-Espina y Azucena Díez-Suárez, de la Clínica Universidad de Navarra en Pamplona; y Gemma Ochando Perales, del Hospital Universitario y Politécnico La Fe de Valencia.
Su objetivo consiste en involucrar a los pediatras en la prevención, detección precoz y tratamiento integral de los TCA.
Dietas estrictas y autoestima dañada
Entre los factores de riesgo más relevantes, el artículo señala que seguir una dieta estricta multiplica por 18 la probabilidad de desarrollar un TCA en la adolescencia. Incluso un régimen moderado la multiplica por cinco.
La combinación de déficit energético y baja autoestima ligada a la insatisfacción corporal es especialmente peligrosa.
Las redes sociales actúan como un catalizador: la exposición constante a modelos corporales inalcanzables, los retos virales o las comparaciones diarias incrementan la vulnerabilidad. En este contexto, surgen conductas como el ayuno prolongado, el vómito autoinducido, el abuso de laxantes o el ejercicio compulsivo.
Señales de alarma en la infancia
El informe recoge una lista de síntomas que no deben pasar desapercibidos.
Entre los más frecuentes figuran la restricción alimentaria, la obsesión por las calorías y el peso, los rituales durante las comidas (cortar en trozos mínimos, mover la comida en el plato), el aumento excesivo de la actividad física tras comer y los cambios de humor con aislamiento social.
En los niños más pequeños, los signos pueden ser más sutiles: la falta de crecimiento esperado o la excusa de querer “comer sano” para ocultar restricciones alimentarias.
Complicaciones médicas y riesgo de suicidio
Los TCA conllevan graves riesgos físicos y psicológicos. La anorexia nerviosa es la enfermedad psiquiátrica con mayor tasa de mortalidad, seis veces superior a la de la población general. En uno de cada cinco casos, el desenlace es el suicidio.
Las complicaciones abarcan desde arritmias cardíacas, insuficiencia renal y osteoporosis hasta atrofia cerebral y deterioro cognitivo. A ello se suma un profundo impacto social: bajo rendimiento escolar, dificultades en la vida familiar y aislamiento.
El pediatra, pieza clave en la prevención
El informe defiende que el pediatra es la primera línea de defensa contra estos trastornos. Ante la saturación de los servicios de salud mental, su papel resulta decisivo: identificar señales tempranas, estabilizar al paciente y coordinar la derivación a especialistas.
Entre las medidas recomendadas se encuentran fomentar las comidas familiares, evitar comentarios sobre peso o imagen corporal en casa y desalentar burlas relacionadas con el físico.
También aconsejan promover una imagen corporal positiva y atender posibles experiencias de acoso escolar, que actúan como desencadenantes.
Tratamiento integral y apoyo familiar
El abordaje debe ser multidisciplinar, con psiquiatras, psicólogos, nutricionistas y pediatras trabajando juntos. La estrategia más eficaz en adolescentes es la terapia basada en la familia (FBT), que convierte a los padres en agentes activos de la recuperación.
La rehabilitación nutricional y la psicoterapia son los pilares del tratamiento, mientras que la medicación solo se reserva para casos con comorbilidades graves como depresión o ansiedad.
El estudio enfatiza que la familia es el recurso terapéutico más importante, y necesita apoyo constante para manejar la ansiedad, los conflictos y la supervisión de las comidas.
La importancia de llegar a tiempo
Los autores subrayan que una intervención temprana aumenta las probabilidades de recuperación, que alcanzan entre un 60% y un 70% en adolescentes. En adultos, el pronóstico es peor. De ahí la urgencia de que colegios, familias y pediatras estén atentos a los primeros signos.
El artículo concluye con una advertencia: los TCA son enfermedades mentales graves, no simples modas pasajeras. En una sociedad donde la presión estética se multiplica a través de las redes, la detección precoz y la educación en hábitos saludables son la mejor arma para proteger a los más jóvenes.