El cambio de hora reduce las ventas por la tarde en los comercios y complica la organización
El movimiento en las calles se reduce al hacerse antes de noche y la demanda cae
El impacto del cambio de hora en la actividad comercial no es uniforme: depende en gran medida del sector al que pertenezca el negocio y de la localización del mismo. Así lo afirma la Confederación Española de Comercio (CEC), que señala que la caída de la luz con el horario de invierno reduce la afluencia de clientes a última hora de la tarde.
- Diferencias según el sector y la ubicación
- Verano con más movimiento al final del día
- Los autónomos, con escaso margen de ajuste
- Un reto para la organización de los comercios
Diferencias según el sector y la ubicación
En el caso del textil o calzado, las compras suelen concentrarse después de la jornada laboral y en los horarios en los que la gente sale a pasear. En cambio, en otros sectores como la alimentación, las ventas se mantienen en franjas más estables, sobre todo por la mañana y al mediodía, ligadas a rutinas domésticas.
La ubicación también es un factor clave: los comercios de zonas rurales presentan dinámicas de venta distintas a los del centro de las ciudades, donde el flujo de clientes marca los picos de afluencia y por lo tanto aquellas franjas horarias en las que se vende más.
Verano con más movimiento al final del día
El horario de verano favorece el consumo en las últimas horas de la tarde. La luz natural y las temperaturas agradables animan a los clientes a salir y realizar sus compras más tarde. Este patrón se refleja especialmente en los comercios relacionados con ocio y la ropa.
En invierno, la situación se invierte. A partir de las 19:00 horas, la caída de la luz reduce de forma notable la actividad comercial, afectando sobre todo a las llamadas “compras de última hora”.
Los autónomos, con escaso margen de ajuste
La Confederación Española de Comercio recuerda que el 45 % de los negocios son autónomos, en muchos casos atendidos directamente por la persona propietaria. Cuando existen empleados, lo habitual es contar con uno o dos trabajadores, lo que limita en gran medida la capacidad de reorganizar plantillas o turnos de trabajo para adaptarlos a aquellas horas en las que hay más afluencia en los negocios.
Aunque no se aplican cambios de turnos en sentido estricto, sí es habitual que los comerciantes ajusten la hora de apertura o cierre en función de los hábitos de la clientela y de la luz solar.
Un reto para la organización de los comercios
El cambio de hora supone un reto añadido para el pequeño comercio. Mientras que en verano la actividad se alarga hasta últimas horas de la tarde, en invierno las ventas decaen con rapidez tras el atardecer, lo que obliga a los comerciantes a adaptarse de manera flexible a las rutinas de consumo, con recursos humanos y organizativos limitados en la mayoría de casos.